Katso muerde un ovillo de lana rojo. El piso no está más limpio que ayer. L a única ventaja es que ando descalzo conectado con la temperatura del suelo tras varias capas de civilización encima, digo: ripio, cemento y cerámico. Katso no es muy bueno mordiendo la lana, se le ha pegado al bigote y parece un fina gota de sangre que cae dura. La modorra viene por la tarde, con los 38º, boqueando para quitarle un poco de aire a la masa húmeda que pega la ropa y humedece la piel. Katso se manda debajo del abedul desde donde manda con mirada achinada. Katso dormita. En eso viene Biber, alta, acomoda su largo cabello castaño tan pesado como una mantilla sobre el hombro izquierdo, para luego acomodar su cuerpo en una terca reposera de lona. Abre su libro. La novela de Perón. Nunca había leído nada sobre él, sólo en los libros de historia. Eloy Martínez lo muestra sacado de una estampa retocada. No da puntada al santo sin tirarlo al lodo. Hay tanto por mirar...
Se le ocurre que mejor es apreciar el contenido del libro acompañado con un vaso de cerveza y el cuaderno de apuntes porque esa novela está muy bien, si.
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